Ante el azote de una nueva plaga de viruela, el 30 de noviembre de 1803 partía desde el puerto coruñés la corbeta María Pita, con una expedición dirigida por Francisco Javier Balmis, con el propósito de extender la vacunación por las colonias españolas y mitigar así los estragos que la viruela estaba provocando por aquellas tierras.
La Real Expedición de la Vacuna, sufragada por Carlos IV, recorrió Hispanomérica, Filipinas, Cantón y Macao, con 22 niños del Colegio de los Expósitos de A Coruña y su nodriza Isabel López Sedalla, quienes transportaron la vacuna, que cada semana se les iba inyectando a dos de ellos en los brazos, de las pústulas de los inoculados la semana anterior.
Tras cumplir con éxito su misión, la expedición regresó a España, en septiembre de 1806.