El siglo XVIII español es convulso y estuvo marcado por una serie de acontecimientos que dotan a este periodo de unas características especiales:
Aunque lo importante de estos periodos no son las guerras, sino lo que estas supusieron: el tránsito de una España jerarquizada socialmente por los cuadros estamentales, de carácter agrario, a una España incipientemente burguesa, industrializada y masiva.
El espíritu de la ilustración aparecerá en España con la dinastía de los borbones, que supuso un extraordinario progreso en el pensamiento político, en la ciencia y en la cultura.
El siglo XVIII conllevó avances en la educación, la ciencia, las obras públicas y la política.
Con Carlos III (1759-1788) se impulsó la propagación de las ideas reformistas e ilustradas.
Se promueve la creación de instituciones culturales como la fundación en 1714 de la Librería Real, que se convertiría más adelante en la Biblioteca Nacional, y la Real Academia Española de La Lengua. Años más tarde, en la década de los treinta, se fundaron la Academia de Medicina, la de Historia, Farmacia, Derecho y la de Artes de San Fernando.
En el ámbito de las ciencias se crearon instituciones tan importantes como los Jardines Botánicos, el Gabinete de Historia Natural, la Escuela de Minerología, el Gabinete de Máquinas del retiro, el Real Laboratorio de Química y algunas escuelas de ingeniería.
Además, continuamente llegaban desde América nuevos minerales y especímenes zoológicos y botánicos, fruto de las expediciones científicas organizadas. En este período también aparecerán varios científicos eminentes como: Lagasca, Mutis, Gómez Ortega, Cavanillas, Azara, los hermanos Elhuyar,…
En el campo de la literatura, comienzan a florecer publicaciones de índole científica, cultural, satírica y política. Y aunque la esplendorosidad de este siglo no pudo competir con la edad de oro, si resuenan algunos nombres como Leandro Fernández de Moratín, los fabulistas Samaniego e Iriarte, Ramón de la Cruz, Nicasio Gallego, Cadalso, Alberto Lista… todo ello sin olvidar a las dos grandes figuras de la época: el padre Feijoo y Jovellanos.
Fue en este ambiente ilustrado donde podemos situar en su contexto más acertado al doctor Francisco Balmis.
Su vida responde claramente a los principios ilustrados:
A comienzos del siglo XVIII nos encontramos inmersos en plena Guerra de Sucesión, lucha entre el Archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou por la sucesión de la corona española, vacante tras la muerte de Carlos II sin descendencia, que abrió sus puertas en 1705 a una contienda civil que no finalizó hasta la toma del castillo de Alicante por las tropas Borbónicas de Felipe de Anjou en 1709 y cuyas consecuencias no comenzaron a cicatrizar hasta la firma en 1725 de la Paz de Viena.
Todos los acontecimientos derivados del conflicto armado, nos dejan al inicio del siglo con un panorama desolador, con la destrucción de buena parte de los edificios urbanos, algunos de los cuales poseían un verdadero valor histórico y arquitectónico; también nos encontramos con reformas urbanísticas propias de un conflicto armado, y de este modo, podemos observar como ante la aproximación del conflicto bélico en que derivarían las pretensiones al trono, el Virrey de Valencia comunicó a la ciudad la necesidad de mejorar sus defensas, por dicho motivo, llegó a la ciudad en el año 1701 el Mariscal de Campo D. Daniel Mahoni, quién mando reparar todos los tramos de la muralla que estaban en mal estado. Se realizaron obras como la apertura de la calle Liorna (actual C/ López Torregrosa) para poner en rápida comunicación la muralla de tierra con la del mar. Se empezó a construir la ampliación de la muralla que, partiendo de la vertiente occidental del Benacantil, encerraría los espacios construidos del arrabal de San Francisco hasta el baluarte de San Carlos. En 1711 se había comenzado a reparar los desperfectos ocasionados por la guerra en las fortificaciones de la ciudad, superados estos desperfectos devastadores de la guerra, la construcción de viviendas alcanzaba un vigoroso impulso, tanto en el viejo recinto intramuros como en los dos arrabales, mejorándose los caminos que llegaban a la ciudad, como demuestran los permisos de edificación emitidos en este siglo, aumentando el número de viviendas que para 1731 se cifran en 2.195, en 1756 de 2.720, y en 1807 aparecen censadas 3.056, hecho que se vio favorecido por el incremento demográfico, describiendo de este modo un nuevo plano urbano de la ciudad de Alicante.
Dentro del plano geográfico, señalar que la antigua gobernación de Alicante estaba formada por la ciudad de ese nombre, las villas de Monforte, Muchamiel, Villafranqueza y los lugares de Agost, Busot, San Juan y Benimagrell; Siendo el termino municipal de la ciudad el más extenso con 30.646 hectáreas aproximadamente. Según el nomenclator de Floridadblanca eran de realengo la ciudad de Alicante, las villas de Monforte y Muchamiel, y los lugares de San Juan Y Benimagrell; y de señorío secular, con jurisdicción Alfonsina, la villa de Villafranqueza y los lugares de Agost y Busot.
A lo largo del periodo que estamos tratando, tenemos que señalar como el municipio experimenta una bonanza demográfica, de modo que contaba con una población que rayaba los 15.000 habitantes en 1754, y alrededor de 20.000 habitantes a comienzos del siglo XIX. Todos estos datos están reflejados en los censos realizados en la época, que han sido analizados por Enrique Jiménez López en su obra Alicante en el siglo XVIII. Economía de una sociedad portuaria en el antiguo régimen, destacando así, el censo realizado en 1754 (localizado en el Archivo Municipal de Alicante ARM 7. LIB 3) que aparece con una población de 14.394 habitantes, de ellos 7.135 son mujeres y 7.259 son hombres, estos últimos repartidos de la siguiente manera:
POBLACIÓN MASCULINA CENSADA EN 1754
|
||||
AÑOS
|
SOLTEROS
|
CASADOS
|
VIUDOS
|
TOTAL
|
0-16
|
2.677
|
—
|
—
|
2.677
|
10-25
|
937
|
313
|
3
|
1.253
|
25-40
|
311<
|
1.287
|
34
|
1.632
|
40-50
|
59
|
614
|
47
|
716
|
+ 50
|
60
|
705
|
139
|
904
|
TOTAL
|
4.044
|
2.919
|
219
|
7.182
|
Total que se ve incrementado en 77 varones de los que no se especifica la edad, obteniendo el total anteriormente indicado 7.259 habitantes varones.
En 1787 encontramos <<… censo español ejecutado de orden del Rey, comunicado por el Excmo. Sr. Conde de Floridablanca, primer secretario de Estado. >> por ello es conocido como el censo de Floridablanca (localizado en el Archivo Municipal de Alicante ARM. 15 LIB. 15), que nos proporciona una población de 17.420 habitantes, obteniendo un incremento de la población de 3.026 habitantes en tan solo 33 años.
El último censo realizado en Alicante bajo el antiguo régimen, esta fechado en 1803 conocido como censo de Frutas y manufacturas de España e islas adyacentes, con una población censada de 21.447 habitantes, aunque esta cifra se considera poco fiable, por creer que incorpora población de otros municipios, barajándose la idea de una población que supera los 20.000 habitantes pero inferior a la cifra dada.
Toda esta población se encontraba enmarcada dentro de una formación social que se diferencia radicalmente de la actual, ya que mantenía un orden de tipo estamental, en virtud de la cual los ciudadanos no eran considerados en tanto que ciudadanos, sino como miembros de un determinado estamento. Esta realidad venia refrendada, desde el punto de vista jurídico por la existencia de la noción de privilegios, creándose una barrera social escasamente permeable, diferenciándose de este modo entre estamentos privilegiados, compuesto por la nobleza y el clero, y estamentos no privilegiados, compuesto por los plebeyos.
Dentro de los aspectos culturales, y más concretamente en el tema relacionado con la educación, hay que destacar la existencia de aulas de Gramática para los estudios de latín y humanidades, y poseen una consideración relevante, porque posibilitan la formación del alumnado para acceder a la Universidad, ya que el único requisito académico que se necesitaba era el conocimiento de la lengua latina. Hacia 1660 abren las puertas las cátedras de Artes y Teología, dando la posibilidad
de cursar en la ciudad dos facultades – ó carreras – universitarias aunque sin reconocimiento oficial. El grado de Bachiller, Licenciado o doctor debía revalidarse en una Universidad previamente reconocida por el Papa o el Rey, por eso a partir de este momento la relación de Alicante con centros reconocidos como la Universidad de Gandia, Orihuela y Valencia se estrechan. Encontrándonos con una formación académica completa para la vida en la ciudad, formación que giraba entorno a los centros dirigidos por Dominicos y Jesuitas, donde se gestaban las vocaciones universitarias, y otros centros de primeras letras encabezados por otras ordenes eclesiásticas, y que contribuirán a elevar el nivel cultural de los alicantinos.
Estudios menores que se imparten en cuatro centros religiosos:
El alumnado puede seguir sus estudios superiores en el Real Colegio de Nuestra Señora de la Esperanza (Compañía de Jesús), en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario (Dominicos) ambos centros en Alicante y en Orihuela. En esta última localidad encontramos el Seminario de San Miguel (donde estudian comúnmente los que deseaban cursar Filosofía), el Colegio de Jesuitas y la Universidad de Santo Domingo.
Centrándonos en Alicante y desglosando un poco más los centros existentes, señalar:
Los aspectos políticos vienen definidos por el triunfo de las armas borbónicas en la guerra de Sucesión, hecho que varió sustancialmente las relaciones entre el monarca y los reinos de la antigua Corona de Aragón. El modelo pactista que, de manera imperfecta, había reglado durante el siglo XVI y XVII esas relaciones fue sustituido por un centralismo administrativo que tomó como elemento unificador la legislación castellana.
Ya en los decretos conocido como Decretos de Nueva Planta se indicaba de forma imprecisa que el modo de organizarse y regirse los municipios valencianos debían ser la adopción del modelo vigente en Castilla.
En virtud de esa decisión centralizadora y uniformista, los rasgos que la dinastía triunfante impondrá a las ciudades y villas valencianas responden a los mismos criterios que regían el municipio castellano: Regidores perpetuos designados por el rey a propuesta de la Audiencia de Valencia, o del Consejo y Cámara de Castilla en casos determinados, sometidos a la autoridad de un oficial real, el corregidor, dotado de amplísimas competencias. Se trasladaban al gobierno valenciano muchos de los defectos que lastraban la vida municipal de las ciudades castellanas, como la patrimonialización de los propios oficios públicos en unas pocas familias y la agudización de la tendencia, ya presentes en la época foral, de convertir al municipio en un órgano dirigido y controlado estrechamente por la monarquía.
Este primer Ayuntamiento borbónico pasaba a ser presidio por una figura ajena a la tradición municipal valenciana: el Corregidor; los corregidores habían sido en Castilla desde fines de la Edad Media y significativamente a partir del reinado de Isabel la Católica, agente de la monarquía en los territorios de su jurisdicción, de este modo, ahora, los corregidores debían representar en los municipios valencianos al Rey y al Consejo de Castilla, con una amplitud de competencias.
En los corregimientos cuyo titular no era letrado, como era el caso de Alicante, existía la figura del Alcalde Mayor, cargo que recaía en un licenciado en derecho, destinado a actuar como juez en pleitos, causas civiles y criminales y a intervenir en cometidos políticos-administrativos por delegación del corregidor.
Entre sus competencias también se incluía las referentes a la gestión económica y administrativa del corregimiento.
Si bien, ambas figuras representaban al Rey en el municipio, y tenían como función primordial controlar la gestión municipal; hay que destacar la presencia del Regidor, que representaban, al menos en la teoría, a la comunidad. Su cargo al igual que en Castilla, tenia un carácter vitalicio, y la designación de los nuevos titulares.
Muy poco se ha estudiado la biografía del personaje, pero menos aún su familia y el origen de la misma. Es escasa la documentación que se encuentra al respecto del apellido Balmis.
Tras analizar los censos y registros de vecindad existentes del siglo XVIII en la ciudad de Alicante, de la cual es originario nuestro personaje, podemos observar como el apellido Balmis no se repite, es decir, únicamente aparece asociado a una sola familia. También existe cierta confusión alrededor del apellido lo que hace que el recorrido de la investigación sea más complejo, En el censo de 1731, con una población de 12.604 habitantes, aparece registrado dentro del gremio de Cirujanos un Antonio Balmis, pero posteriormente en el bloque de vecindad nos encontramos con un tal Antonio Bambis, obviamente se trata de la misma persona. Idéntico hecho podemos constatar en el censo de 1754, en un primer momento se escribió el nombre de Antonio Balbis, comenzando en el arco de la letra b marca una m para aclararnos que se refiere a Antonio Balmis.
Las dificultades a la hora de escribir el nombre, que no aparezca ninguna otra familia vinculada a este apellido, nos demuestran claramente, que nos encontramos ante una familia del extrarradio de la ciudad, y fundamentalmente, que sea incorporado recientemente al termino de Alicante.
Es muy probable que su origen se encuentre en Francia, ya en la relación de pleitos existentes en la ciudad de Alicante, aparecen al respecto dos expedientes que nos ayudan a aclararlo.
Expediente de Pedro Balmis contra José Martínez por ocupación de un solar a fecha de 1719 en la calle Empedrada:
Donde encontramos a ”…. Pedro Balmis de nación frances de esta ciudad vecino….” y que expone: “…. que en el tiempo de mi ausencia que tire de esta ciudad por el año pasado de mil setecientos y seis, pasando a la villa de Mauns patria en el Reyno de Francia donde me mantuve cerca de 14 meses. Encontré a José Martinéz de oficio carpintero, que ocupo gran parte de mi casa injustamente…….”
Expediente de Pedro Balmis contra Diego Leopoldo Moxica, sobre techar una casa invadiendo el solar de al lado que es de su propiedad, en 1719:
“……. dice que en 1706 parte para la Villa de Mauns mi patria en la Provincia _ _ _ de Francia donde me mantuve 14 meses, y de vuelta a esta ciudad encontré que Diego Leopoldo Moxica, en una remodelación de su casa, que tiene en calle Empedrada de Alicante ocupo gran parte de dicha, mi casa……. ”
La importancia de estos dos expedientes estriba en su titular y en su fecha, es decir, nos encontramos ante el apellido Balmis en 1706, con un origen francés, no hay que olvidar que en los censos posteriores no aparece ninguna otra familia con dicho apellido y las dificultades a la hora de plasmarlo en el papel.
Por lo que podemos concluir diciendo que, es más que probable que el citado Pedro Balmis tuviera algún grado de parentesco con el Ilustre Dr. Balmis, procediendo por lo tanto del país vecino, y por la fecha en la que se data el documento, su entrada en España se tiene que vincular al conflicto armado de la guerra de sucesión al trono español, entre el Archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou, tras la vacante producida a la muerte de Carlos II sin descendencia.
Honrando a un alicantino, con este título comenzaba un periódico de tirada local el 31 de Enero de 1919, el homenaje que uno de nuestros más ilustres personajes de la ciudad de Alicante, iba a recibir con motivo del centenario de su fallecimiento, otorgándole su nombre a una de las calles de la ciudad, con una lápida labrada por el cincel del artista D. Vicente Bañuls.
Se trata de Francisco Xavier de Balmis y Berenguer, nacido en Alicante el 2 de Diciembre de 1753 y bautizado tres días después en la Iglesia de Santa María de la misma ciudad, perteneciente a una familia de cirujanos, tradición que seguirá, y para ello su formación girará dentro de las aulas de Gramática para los estudios de Latín y Humanidades, ya que las leyes vigentes exigían este requisito a los aspirantes que deseaban cursar estudios universitarios. Estudios que cursó en el Real Colegio de Nuestra Señora de la Esperanza ( dirigido por la Compañía de Jesús) ó en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario (dirigido por Padres Dominicos), siendo este último donde posiblemente se formó, teniendo en cuenta que con la expulsión de los Jesuitas en Alicante en 1767, el centro de Nuestra Señora del Rosario absorbió casi la totalidad del alumnado registrado en las aulas del centro de la compañía de Jesús, y también su ubicación, en la Calle Mayor, próximo al Portal de Elche ,donde aparecen censados sus abuelos paternos, y a la Plaza de la Fruta (actual Plaza de Santa Faz), donde aparece el domicilio de Balmis.
Terminada su formación, lo encontramos trabajando como practicante de cirujano en el Hospital Real Militar de Alicante entre 1770 y 1775, obteniendo el título de Cirugía y Álgebra en 1778 por la Universidad de Valencia.
Al año de licenciarse ingresa en el ejercito, de este modo, encontramos que en abril de 1781 es ascendido a cirujano del dicho cuerpo y destinado al regimiento de Zamora, en virtud de propuesta de su Coronel D. José de Avellaneda, que aprobó el general O-Reylli. Y será con dicho regimiento donde viajara en la expedición del Marqués de Socorro, por primera vez a América, donde destacara en su labor, asistiendo con incesante celo a un crecidísimo número de enfermos.
En 1786 es nombrado por el Sr. Arzobispo de Méjico, cirujano mayor del Real Hospital militar del Amor de Dios de aquella capital. En el mismo año le concede la Universidad Mejicana el grado de Bachiller en Artes, entonces el grado de Bachiller era el próximo al de Doctor o Maestro, recibirá por la Universidad de Toledo el grado de Bachiller en Medicina También realizo tres cursos de botánica en el Real Jardín de la Corte, por su trayectoria realizada es nombrado Cirujano honorario de Cámara de Carlos IV en 1795.
Ilustre alicantino que dedicó su empresa a ensalzar el honor de su patria, la ciencia y el bien de la humanidad, mediante el estudio, y experimentando las virtudes terapéuticas de la botánica, importando a lo largo de su carrera especies originales, como de Agave y de Begonia como demuestran las publicaciones emitidas en la Gaceta de Madrid, e innumerables dibujos de especies exóticas tanto del Nuevo Continente, como de zonas tan remotas como China. De este modo encontramos su publicación en la Gaceta de Madrid el 11 de Octubre de 1794 sobre la Demostración de las eficaces virtudes en las raíces de dos plantas de Nueva-España, especies de Agave y de Begonia, para la curación del vicio venéreo y escrofuloso. Pero, deber ser sin ninguna duda, por dirigir la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela en 1803, el hecho por el cual la memoria histórica nunca lo debería olvidar.
No hay que olvidar, los estragos que las epidemias de viruela producían en la época, despoblando pueblos y exterminando grupos raciales, como en el caso del nuevo continente, que fue introducida en 1520 por un esclavo de Narváez. El honor de erradicar las virtudes devastadoras de la viruela, le corresponde a Edward Jenner (1749-1723) médico inglés, que publicó sus resultados en Londres en 1798; resultados divulgados en Europa por Jacques-Louis Moreau de la Sarthe y su obra Traité Historique el practique de la vaccine, obra que a su vez será traducida por Balmis en Marzo de 1803, demostrando ser una persona que posee un gran interés científico, siguiendo de cerca sus nuevos avances e innovaciones.
Ante este contexto, el Rey Carlos IV ordena la expedición para transportar la vacuna de la viruela a sus posesiones del nuevo continente, bajo la dirección de Balmis, así el miércoles 30 de Noviembre de 1803 partirá la corbeta María-Pita desde el puerto de la Coruña, portando en sus compartimentos el mayor tesoro jamás fletado por un navío, en otras palabras, transportando la vida. Para ello, embarcaron 22 niños de la Casa de los Expósitos de la Coruña, al cuidado de su rectora Dña Isabel Sandalla y Gómez, niños que no hubieran pasado la enfermedad, con el fin de ser inoculados sucesivamente en el curso de la navegación, para tener siempre la vacuna activa y en perfecto estado hasta su destino, destino que no se ceñirá únicamente en las posesiones españolas, sino que llegara hasta territorios asiáticos. Destacando de esta manera su labor diplomática, a favor de la ciencia y sobre todo de la humanidad.
Pero su hazaña no se limitará a transportar la vacuna, hecho al que no hay que restar importancia, ya que no hay que olvidar que el país de origen de Edward Jenner y su importante hallazgo, no lo podía exportar a sus dominios porque llegaba seco e inservible, como en Macao y Canton donde sí consiguió llegar nuestro Ilustre alicantino. Hazaña que se ensalza aún más, organizando vacunaciones masivas y con su labor instructora, formando a los facultativos de las zonas en la manipulación, utilización y conservación de la vacuna. Culminando tan invalorable hazaña en Septiembre de 1806, como demuestra la publicación de la Gaceta de Madrid del mismo año.
En Febrero de 1810 partirá del puerto de Cádiz con rumbo al Virreinato de México, encabezando de nuevo otra expedición, con la finalidad de asegurar la perpetuidad de la preciosa vacuna, que por descuido de aquel Virrey había casi desaparecido, hazaña que nuevamente desempeño con las más altos calificaciones, regresando a su Patria a fines de 1812, y con su salud quebrada como consecuencia del paso del tiempo y fundamentalmente, por las penurias sufridas en sus expediciones en pro de la ciencia y del ser humano. Consciente de su estado, en 1814 solicita al Monarca la plaza de Gobernador del Real sitio de San Fernando.
Y como no hay deuda que no se pague, ni plazo que no se cumpla, y por esta ley fatal de estar condenado a muerte todo lo que en este mundo vive, le tocó pagar tan alto tributo el 12 de Febrero de 1819 en Madrid. Aunque podemos señalar, que él era conocedor de este reloj vital, ya que el 8 de Noviembre de 1818 realizó su testamento ante el notario de Madrid D. Antonio Martínez Llorens, escasos meses antes de su fallecimiento. Y del cual podemos saber que, tenía como residencia establecida la ciudad de Madrid, que se encontraba viudo de Dña Josefa Mataseco, sin descendencia, siendo sus únicos herederos su hermana Dña Micaela Balmis natural y vecina de Alicante, y sus sobrinos.
Es necesario concluir con algunas citas extraídas de obras de grandes autores, y de personajes que han escrito las líneas de la historia, y que el Dr. D. Emili Balaguer i Perigüell recoge en su obra Balmis ó L´esperit de la Il-lustració en la medicina espanyola:
A comienzos del siglo XIX nos encontramos con una población censada de 20.000 habitantes aproximadamente, en la siguiente centuria, concretamente en 1920, aparece una población de 63.908 habitantes, un enorme crecimiento demográfico que sólo se vio frenado en 1918 por una epidemia de gripe, que causo en la ciudad, en apenas unos meses, 342 muertos, y obligó a habilitar rápidamente el nuevo cementerio de la ciudad, saturado ya el que se encontraba en San Blas. Dato que refleja la gran transformación que sufre Alicante, no sólo en el ámbito demográfico, sino en el urbanístico, configurando una nueva trama urbana.
Ante tal situación de cambio, se celebra el primer centenario de la perdida de Francisco Xavier Balmis y Berenguer, fallecido en 12 de febrero de 1819, hecho que demuestra que las grandes hazañas en pro de la humanidad no son olvidadas, y fundamentalmente, que su tierra natal mantiene en la memoria a sus hijos ilustres.
Los actos de conmemoración a la memoria del ilustre alicantino, tuvieron lugar por un lado el miércoles 12 de febrero de 1919, coincidiendo con su centenario en el Colegio de Médicos de Alicante, donde asistieron todos los médicos de la localidad y algunos de la provincia, acto organizado por los señores Albero y Sánchez Sanjulián; donde se mencionaron sentidas frases a su persona y su labor como médico, y se creo una comisión para crear un premio anual que llevara el nombre
del Dr. Balmis.
Por otro lado, el Ayuntamiento de Alicante retrasó la celebración del centenario al domingo 16 de febrero de 1919, coincidiendo con el acto propuesto para esta fecha en el Teatro Principal de Alicante de un meeting de sanidad conformado por ilustres doctores y profesores de Madrid y Alicante, de este modo, a las once de la mañana como estaba previsto, el Ayuntamiento en corporación, miembros del Colegio de Médicos de Alicante y junto con tan ilustres personajes procedentes de Madrid, descubrieron una lápida, labrada por el cincel del artista D. Vicente Bañuls, que dará el nombre de Dr Balmis a la actual plaza de Alicante, situada entre las calles de Canalejas, Cid y Limones, anteriormente llamada plaza de Torrrent. Lápida descubierta por el señor Tato que presidía el Ayuntamiento, pronunciando sentidas frases de elogio al honrado y sus actos, en representación a su alcalde el señor Antonio Bono Luque miembro del partido liberal, que se encontraba enfermo.
Después, nuestro diputado y maestro, el señor José Francos Rodríguez, ha tenido bellos párrafos de enaltecimiento para la ciudad que así perpetúa el mérito de sus hijos, terminando con dos vivas a Alicante y a Balmis que fueron únicamente contestados.
Posteriormente, a la una del mediodía en el salón de fiestas del Casino de Alicante, se dispusieron las mesas para el banquete ofrecido por el Ayuntamiento y el Colegio de Médicos, una mesa al frente y tres perpendiculares donde tomaron asiento los comensales, banquete ofrecido para tan ilustres huéspedes, donde se rindieron durante el acto elocuentes palabras a la memoria del Dr. Balmis. Banquete al que podían asistir cualquier vecino interesado en el acto tras solicitarlo en el Ayuntamiento, en el Colegio de Médico o en el propio Casino, y pagando el cubierto que asciende a 15 pesetas. Cubierto servido a cargo de Samper, con arreglo a lo siguiente:
Entremeses Genoveva, Huevos Mirabeau, Tournedos Cupidos, Pescado al Gratin, Galantina de Capón al Espik, Ensalada primavera, Helado crema al moka, Pasteleria suiza, Desserts.
Vinos: Rioja blanco y clarete, Champagne Domecq, Café, Licores y cigarros.
Tras concluir el evento en el Casino, y entorno a las cuatro de la tarde comenzó el meeting de sanidad en el Teatro Principal de Alicante, con la presencia de médicas tan eminentes como los señores Cortezo, Recasens, Juarros y Francos Rodríguez, entre otros, y donde disertaron entorno a los problemas generados en la sanidad del periodo por la falta de higiene en la población, concienciando de este modo a los presentes y a los medios de prensa asistente, y como no, dedicando palabras de agradecimiento a las hazañas realizadas por Balmis, en beneficio de su patria, de la ciencia médica y sobre todo de la Humanidad.
Notas
Hueyzahuatl. La palabra procede de la unión de huey: grande y zahuatl: lepra, erupción, granos, de ahí la traducción, la “gran lepra” o la “gran erupción”.
En contraposición a esto los indios llamaban “tepitonzahuatl” al sarampión (que significa “pequeña lepra” o “pequeña erupción”).
Extraída de “ANTILIA. Revista española de historia de las ciencias de la naturaleza y de la tecnología”, artículo publicado el 20 de agosto de 1997.
La documentación que a continuación se expone son las fuentes de datos secundarios que hemos utilizado en la redacción de los contenidos de la página.
De los libros que se ha extraído información directa se ha señalado en las diferentes páginas a través de un sistema de numeración. Y cuando algún documento contenía menciones o referencias a otros libros también hemos incluido la reseña.
En este apartado nos parece interesante recopilar toda la documentación: